Este 12 y 13 de julio, Carabaya, Puno, se convierte en un portal al alma de los Andes. En Macusani, el Allinqhapaq Raymi estalla con fuerza propia: comunidades que se transforman en arte, cuerpos que narran con el baile, aromas que nacen de la pachamanca humeante y paisajes que no necesitan filtro. No es un evento, es una experiencia que se vive. ¡Súmate a esta gran aventura!
Raíces que van al ritmo de la montaña
El Allinqhapaq Raymi es un acto de memoria viva. Inspirado en los antiguos rituales de conexión con las montañas sagradas, este encuentro rinde tributo al apu (montaña) Allin Qhapaq, protector de Carabaya y símbolo de equilibrio con la naturaleza.
Durante dos días, el altiplano se convierte en una gran escena cultural. Más de 50 agrupaciones de danza llegarán desde todos los rincones de Puno, de ciudades del sur peruano y de varios países de Latinoamérica, trayendo consigo el latido de sus pueblos. Aquí se baila, se honra la vida, se revive el pasado y se teje futuro con cada movimiento.
Danzantes durante el Festival Allinqhapaq Raymi
¿Qué vivirás en el Allinqhapaq Raymi?
La fiesta comienza a los pies del majestuoso nevado Allin Qhapaq. Allí, las comunidades se reúnen para ofrecerle a la tierra y al sol sus plegarias, en una ceremonia ancestral cargada de espiritualidad y energía.
El primer día está dedicado a las danzas propias de Macusani. Retumban los tambores, suenan los sikus, y los pasos de los Unkakos, Jachacallas, Chunchos de Esquilaya y danzas carnavalescas llenan el aire de historia y fuerza. Cada movimiento, máscara y ritmo, se convierten en actos de gratitud a la Pachamama, una forma de conversar con los espíritus que habitan la tierra.
El segundo día, el escenario se abre al folclore de toda la región de Puno, una de las más diversas del Perú en expresiones vivas. Agrupaciones de Arequipa, Cusco, Huancavelica e incluso de Bolivia se suman con danzas que desbordan color, energía y simbolismo, generando un mosaico cultural que une fronteras y tradiciones.
Festival Allinqhapaq Raymi: sabores que cuentan historias
El protagonista indiscutible es el chicharrón de alpaca, tierno y sabroso, una delicia que representa la identidad ganadera de la zona. Pero la experiencia no termina ahí: caldos reconfortantes como el wasan caldo, el chayrito, el t’impo o thimpu y el caldo de cabeza ofrecen sabores profundos, intensos y llenos de tradición.
Desde la ceja de selva de Carabaya llegan también sabores amazónicos que enriquecen esta mesa andino-selvática: el inchicapi, el juane, y el paco frito (pescado de río) son solo una muestra de la diversidad culinaria que espera a los visitantes. Cada bocado es una conexión directa con las costumbres, la historia y la generosidad de estas tierras altas del sur del Perú.
Sabores ancestrales te esperan el Festival Allinqhapaq Raymi
La watia: fuego ancestral andino
Uno de los momentos más esperados del Allinqhapaq Raymi es la preparación de la watia, un verdadero ritual gastronómico que honra la abundancia de la tierra. Esta práctica ancestral no es solo una forma de cocción, es un acto de gratitud a la Pachamama, una ceremonia sencilla pero poderosa que reúne a la comunidad alrededor del calor del horno andino.
La watia se prepara en un hapu, un horno rústico hecho de bloques de tierra apisonada, que se calienta con leña, bosta seca y paja hasta alcanzar el punto perfecto. Luego, se entierran tubérculos frescos como papa, oca o camote, que se cocinan lentamente entre las brasas y la tierra caliente. El resultado es un sabor profundo, terroso, auténtico, que habla de origen y permanencia.
Servida con queso fresco, ocopa o un buen trozo de cuy, la watia es mucho más que un manjar andino: es herencia viva, transmitida de generación en generación, y una de las joyas culinarias que podrás saborear en esta fiesta de identidad, memoria y fuego.
Vive Carabaya más allá del festival
Tu visita al Allinqhapaq Raymi puede convertirse en una aventura inolvidable si decides explorar todo lo que Macusani y Carabaya tienen para ofrecer. Además del espectáculo de danzas y cultura viva, te espera un entorno natural que parece sacado de un sueño: los imponentes nevados Allin Qhapaq, Chichi Qhapaq y Huayna Qhapaq dominan el horizonte con su belleza majestuosa, mientras que lagunas cristalinas, cascadas escondidas y senderos llenos de flora y fauna autóctona revelan la otra cara de este destino andino.
Podrás ver alpacas en libertad, caminar entre vestigios preincaicos como Pitumarca y Quiquijana, y sentir cómo la historia y la naturaleza dialogan en cada rincón.
Y, si buscas una conexión más íntima con el entorno, no te pierdas la zona de camping preparada para los visitantes: un espacio ideal para dormir bajo las estrellas, compartir historias junto al fuego y disfrutar de una sesión de astroturismo que te permitirá observar galaxias, constelaciones y fenómenos astronómicos con telescopios, en uno de los cielos más limpios del sur del Perú.
Bosques de piedras de Corani
Si después del festival tu espíritu aventurero sigue encendido, Carabaya guarda joyas naturales que merecen cada paso. A solo unas horas de Macusani, el Bosque de Piedras de Corani te espera con sus impresionantes formaciones pétreas que parecen esculpidas por el tiempo y el viento, en un paisaje que mezcla lo místico y lo surreal.
Formaciones rocosas de Pacunasa
Finalmente, atrévete a descubrir Pacunasa, un lugar que parece salido de otro mundo. Sus estructuras rocosas, altas y afiladas, han sido bautizadas como la “Ciudad Gótica”, un escenario natural tan intrigante como fotogénico, donde la imaginación se deja llevar entre sombras, formas caprichosas y ecos del pasado.
Recomendaciones:
- Lleve efectivo, ya que en esta zona no hay señal de telefonía ni internet, lo que puede causar problemas con los aplicativos de pago.
- Además, no olvides llevar ropa abrigadora, bloqueador solar y pastillas para el soroche, así la altura no afectará esta gran experiencia.
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